Comunidad y Sociedad
Alain de Benoist
Publicado en Elementi, nº 1, otoño 1978
(Traducción: Santiago Rivas)
A pesar de su primera y única traducción italiana en la tardía fecha de 1963, la obra principal de Ferdinand Tönnies, "Comunidad y Sociedad", no deja de constituir uno de los más válidos puntos de referencia para todo aquel que quiera aproximarse al mundo de la ciencia política. Publicado por vez primera en 1887, este libro -que ya fue presentado como tesis en 1881- comprende tres partes: "Determinación general de los conceptos principales", "Voluntad orgánica y voluntad reflexiva", "Fundamentos sociológicos del derecho natural". A la vez que ofrece un minucioso análisis de las nociones de "comunidad" (Gemeinschaft) y de "sociedad (Gesellschaft), Tönnies va desarrollando su teoría aplicándola a las entidades sociales (grupos o relaciones) y a las normas sociales (códigos de comportamiento). Desde los primeros choques, Tönnies -al contrario de tantos sociólogos contemporáneos- se niega a reemplazar la incógnita X por la incógnita Y: en otros términos, despliega la sociología por medio de la sociología. Entiende que todo estudio sociológico debe iniciarse como un "estudio del hombre", concebido al mismo tiempo bajo los ángulos de la sociología, de la biología y de la etnología (tesis querida por Hobbes y Schopenhauer).
Este principio de salida lo conduce a distinguir la "sociología general" de la "sociología especial". La primera comprende "la sociología propiamente dicha", "la biología social" (que es la antropología social, excepción hecha de la psicología, que no engloba la genética y la etnología), la psicología social y la demografía. La segunda cubre la sociología pura, la sociología aplicada y la sociología empírica. Es en la "sociología pura" donde reside la oposición comunidad/sociedad; nociones fundamentales de las cuales se deduce una teoría de las referencias sociales, que es lo mismo que decir de las normas y de los valores sociales. La "sociología aplicada" consiste en la observación de los fenómenos reales de la vida social.
Pasando revista a las bases psicológicas de la sociología, Tönnies declara que todas las relaciones sociales del hombre dependen de su voluntad: es solamente a través de ella que pueden existir en cuanto hecho social. Existen dos tipos fundamentales de "voluntad": la voluntad natural u orgánica, de la cual depende la comunidad, y la voluntad racional o reflexiva, de la cual depende la sociedad (...)
En el interior de la voluntad reflexiva, Tönnies distingue la reflexión, cuyo rol es el de estabilizar la diferencia entre intención y medios, y la decisión, que hace intervenir los medios definitivos como necesarios para alcanzar la intención.
Esta distinción entre los fines y los medios está presente constantemente en Tönnies. Mientras la voluntad reflexiva separa netamente las dos nociones, la voluntad orgánica tiende a confundirlas. Es este el motivo por el cal los modos elementales de vida se unen a la última. El trabajo del campesino, del cazador, del artista, encuentra en sí su propio fin, antes que constituir los medios específicos para alcanzar un fin del cual estaría disociado. En la vida rural, los campos, el ganado, los aparejos, etc., representan los medios menos diferenciados para su fin en cuanto que no lo son los objetos utilizados por el comerciante, el ingeniero o el técnico. Están más estrechamente integrados en el modo de vida. En la sociedad desarrollada, al contrario, la máquina rompe la unidad de los tres elementos: el hombre, el instrumento y el trabajo. Además, el hombre es a un tiempo un medio y un fin. Pero es sobretodo la voluntad reflexiva la que usa a los hombres como medios -los utiliza como "objetos". Para Tönies, el mundo moderno ha conducido a su extremo la reducción e los hombres y las cosas a la dimensión de instrumentos, con el advenimiento del tipo del especulador (que recurre a todos los medios para enriquecerse), del hombre político (que recurre a todos los medios para tomar el poder) y del científico (que, por necesidades de su discurso, reconduce la realidad entera a conceptos lógicos abstractos) (...)
La distinción voluntad orgánica/voluntad reflexiva no puede dejar de evocar aquella de Schopenhauer entre el "mundo como voluntad" y el "mundo como representación". También recuerda, en parte, otra antítesis desarrollada por Keyserling, Klages, Spengler, etc: la que existe entre el alma y el espíritu, entre la cultura y a civilización, entre la conciencia y el conocimiento ("Mientras que la conciencia es el reconocimiento de aquello que es sentido como tal, -escribe Tönnies- el conocimiento es la negación de aquello que es falso y pensado como tal"). La relación "cronológica" entre las dos formas de voluntad es igualmente comparable a la relación entre lo innato y lo adquirido: mientras la voluntad orgánica expresa el pasado (la herencia recibida), la voluntad reflexiva expresa el futuro (el objeto al que se mira).
Como algo inmediato, Tönnies coloca en relación la voluntad reflexiva con la causalidad científica, o bien con el estudio de las leyes generales bajo las cuales es posible clasificar los fenómenos de una misma especie; y la voluntad orgánica con la causalidad "filosófica", que él identifica con el para-determinismo de la potencialidad orgánica y psicológica.
En el campo de las estructuras sociales, la voluntad orgánica desarrolla la comunidad, mientras la voluntad reflexiva desarrolla la sociedad; estas dos nociones (Gemainschaft y Gesellschaft), en cuanto "conceptos normales" (Normalbegriffe), corresponden muy aproximadamente, en Tönnies, a aquello que Max Weber llamaba "die idealtypus".
Para Tönnies, la comunidad (Gemeinschaft) se define como un grupo humano viviendo en común, unido por los mismos orígenes, los mismos sentimientos, las mismas aspiraciones fundamentales, etc. La Gemeinschaft es un verdadero ser orgánico, un todo que posee, en cuanto todo, las características que le son propias, una forma social cuya unidad resulta de la relativa homogenidad de cuantos la integran. Tönnies distingue diferentes formas de comunidad, desde la más simple hasta la más compleja: la familia, las relaciones de vecindad o amistad, el pueblo, la pequeña ciudad, la región, etc. En la base de estas diversas formas, encontramos siempre la misma noción de herencia común, sea ésta la herencia de sangre (filiación, parentesco), la herencia cultural, histórica o étnica. Por ello, la comunidad es un organismo viviente, donde la voluntad natural es el motor de las relaciones sociales, donde los individuos, por obra de aquello que les une, pueden ser netamente percibidos como diferenciados de sus pertenencias respectivas.
La sociedad (Gesellschaft), al contrario, reúne a los individuos que, por vivir los nos en disputa con los otros, no tienen entre sí ninguna unión real, no son globalmente pertenecientes de alguna forma de herencia específica. Mientras la comunidad es un organismo verdadero, regido por las leyes de la vida, la sociedad es una construcción abstracta, regida por un "contrato social", no es un todo que posea una particularidad propia, sino una simple adición de factores que no tienen otra cosa en común mas que el anónimo e impersonal campo al cual hacen referencia: el dinero y los objetos materiales que permiten procurarlo, convirtiéndose, de este modo, el "standing" en el medio principal de diferenciación social.
En el seno de la Gesellschaft, el carácter "vivo" de las relaciones humanas tiende a cancelarse. Cada uno vive para sí. El anonimato se convierte en regla -y, con ello, la "dificultad para comunicar"". El hombre se determina esencialmente en función de la propia voluntad reflexiva. Es así que toda su acción debe tener una intención, que le otorgue un fundamento "racional".
Toda cesión implica la recesión de unos valores equivalentes. "A la separación de los individuos -escribe J. Leif en el prólogo de la edición francesa del libro- corresponde la separación de los bienes, cuya consecuencia esencial es el cambio y la transacción". Según Tönnies, es en este cambio donde reside todo el contenido de la Gesellschaft. Ahora, quien dice "cambio" dice valor necesario y suficiente para cambiarlo. Este valor es una cualidad racional objetiva, que sólo puede resultar de la voluntad reflexiva, que, por definición, debe ser idéntica e igual para todos, y que, en consecuencia, comporta y tiende a acentuar la igualdad de todos a los que hace referencia, en la medida en que pueden acabar por definirse únicamente en función de este valor. Este valor es, evidentemente, el dinero, y más específicamente el papel-moneda, e cuanto contrapartida de todas las formas de mercancía. El valor-moneda deviene en la sociedad el único cambio susceptible de ser aplicado a todo.
Al igual que Marx, Tönnies otorga una gran importancia al factor económico. Pero en vez de ver en la evolución de las formas y de las estructuras de producción la causa esencial de la mutación histórica, insiste sobre todo en la importancia del desarrollo y de la transformación de las formas comerciales (Al igual que Max Weber ve en el nacimiento del capitalismo mercantil la razón principal del aniquilamiento de las formas sociales medievales). Tönnies se aleja expresamente de Marx para contraponerlo a los teóricos del "socialismo alemán" (Lassalle, Sombart, Spengler), de esencia comunitaria y "humanista".
En el seno de la sociedad, constata, los valores mercantiles son los valores reinantes porque son dotados del más alto coeficiente de rendimiento. Al tiempo que se realiza el traspaso de la economía doméstica a la economía comercial e industrial, la sociedad se transforma poco a poco en mercado, donde todo puede venderse y adquirirse, incluidos los seres humanos. El "comerciante" deviene el tipo mismo del hombre social, del hombre liberado de todas las leyes del sentimiento y de la comunidad, y que no tiene otra intención que el beneficio. La propiedad adquirida (Besitz) pasa a definirse sobre el bien heredado (Eigentum). El oficio deja de ser un arte -donde el aspecto del cambio no dejaba de ser una consecuencia importante, pero secundaria. El trabajador pasa a ocupar la categoría de obrero que, vendiendo su trabajo en un mercado implacable, renuncia sin percatarse a su propio valor y a su libertad real. La fuerza-trabajo no es más que un medio para la realización del beneficio, cuya contrapartida es el aumento del poder adquisitivo. Los resultados del trabajo son adquisitivos, utilizados y vendidos bajo formas de productos fabricados y acabados; pero el trabajador sólo participa en la producción como una máquina más; mejor, como un servidor de la máquina.
La hipertrofia de la ciudad mundial y el predominio de la moral mercantil, prosigue Tönnies, destruyen todas las solidaridades profundas y acaban por destruir también la misma noción de pueblo. El socialismo marxista y la lucha de clases son una consecuencia ineludible de esta completa disolución de las unidades orgánicas. Mientras que la comunidad orgánica) se alimentaba con un aumento constante de la heterogeneidad y la diferenciación, la disgregación del consenso se alimenta con la homogeneidad que proporciona el dinero, una norma que los que lo manejan se empeñan en demostrar como "natural". El egoísmo se convierte en el motor y el centro de la acción social. Los intereses individuales van adquiriendo constantemente predominio sobre los intereses colectivos. El ejercicio, libre de todo obstáculo, de la voluntad reflexiva, del saber racional y del cálculo, monopoliza peligrosamente las decisiones. Paralelamente, la especulación mina las bases implícitas de la moral, sustituyendo los fundamentos orgánicos de la sociedad por el desarraigo y el anonimato. Al final, la "inmoralidad" encuentra todas las puertas abiertas, porque no hay nada que motive en sentido de una conciencia de los deberes que debe adquirir la persona en el interior de un cuerpo social. Los valores mercantiles, directa o indirectamente, justifican el hecho de que todos los medios son buenos para enriquecerse. Con Hobbes, Tönnies caracteriza la sociedad moderna como "la guerra de todos contra todos". La historia reciente, dice, consagra la desaparición del espíritu de la comunidad, y la instauración de la sociedad. (...)
Tönnies divide los valores sociales en tres grupos: los valores económicos, los valores políticos y los valores intelectuales o espirituales. Aunque en este caso, la verdadera naturaleza de los valores sociales está determinada por la voluntad, colectiva o individual. Cuando un objeto cultura, por ejemplo una obra de arte, es producido y utilizado simplemente como un medio para alcanzar un fin, la voluntad reflexiva que condiciona una producción similar y un tal uso se diferencia netamente de la voluntad orgánica, que conduce a la producción por el simple juego de crear. En una sociedad de tal género la tierra no será más que una simple mercancía, susceptible de ser cambiada y vendida en cada momento; sólo será en cuanto tal número de dinero. En otro tipo de colectividad la tierra será la propiedad común de un grupo y representará los valores espirituales íntimamente ligados a la integridad del grupo, y su cesión aparecerá como impensable o, cuando menos, excepcional.
Más grande es la comprensión, la armonía o la simpatía entre los individuos, más grande es la posibilidad de que sus valores sean comunes, y que lo poseído por uno sea también, en cierta medida, lo poseído por otro. Es en este sentido que los ideales y los valores sociales encuentren su punto de punto de referencia en la "entidad social" (Verhältnisse), la "colectividad" (Samtschaften) y las "organizaciones sociales" o "corporaciones" (Körperschaften). Las relaciones sociales son los comportamientos inducidos por las relaciones psíquicas voluntariamente instituidas. Tales relaciones son en gran parte condicionadas por la existencia de terceros no directamente implicados en ellas. Así se generan los juicios del tipo: "debo hacer esto porque es mi hermano"; "no debo hacer aquello porque X es amigo de Y", etc. La colectividad corresponde a los conjuntos (pueblos, grupos étnicos o lingüísticos, clases, etc.) que existen como tales, pero que no poseen los medios para permitir a la voluntad colectiva de los individuos que la componen expresarse a través de una persona física o moral representativa. Las organizaciones sociales son los conjuntos que, poseyendo estos medios, pueden ser vistos por las personas que los componen como tales: sus miembros tienen una clara conciencia del hecho de que el grupo al que pertenecen es capaz de tomar decisiones y obrar en consecuencia. Las más importantes organizaciones sociales son los Estados.
En la época de la publicación de "Gemeinschaft und Gesellschaft", en 1887, Ferdinand Tönnies tenía 32 años. En el curso de los quince años que siguieron, la obra se difundió en círculos muy restrictivos. A partir de la segunda edición, el autor comenzó a adquirir notoriedad. Hacia 1920 su fama ya tenía un carácter internacional.
Henri Arvon ("La filosofía alemana") coloca a Tönnies entre los representantes del "pensamiento neo-vitalista", junto a Hans Driesh, Othmar Spann y Edgar Jung. Pero la relación es un tanto forzada. En la exposición de su teoría, Tönnies rompe netamente con la visión histórica ingenua (y políticamente inconsistente) del "evolucionismo" de Spengler, así como con el organicismo primario de Schaeffle. Influenciado por Nietzsche, Schopenhauer y la filosofía griega, lo fue al mismo tiempo por Hobbes, Möser, Stein, Riehl, Fichte, Savigny, Schleiermacher, Arndt... Su originalidad consiste en el hecho de situarse en el cruce entre el idealismo alemán y el positivismo empírico, entre Hume y Kant, logrando una síntesis sorprendente y fructífera.
Tönnies aportó a la escuela sociológica alemana un poco de su admiración por el positivismo anglosajón (cfr. Hans Freyer, "Ferdinand Tönnies und seine Stellung in der deutschen Soziologie, in Weltwirtschaftliches Archiv"), del que supo, de forma viceversa, desprenderse de sus peores argumentos.
Como ha especulado acertadamente Pitirim A. Sorokin (prefacio a "Comunity and Society"), ciertas ideas de Tönnies sobre la comunidad y la sociedad estaban ya presentes en Confucio, particularmente su concepción de la relación gobernados/gobernantes como una extensión del hecho familiar. Se recordará una relación similar en Platón (República ideal = Gemeinschaft), en Aristóteles, en Cicerón, al igual que en san Agustín (ciudad de Dios/ciudad de los hombres), en los grandes místicos del medievo (Alberto magno, Nicolás de Cusa, Joaquín de Fiore), en el pensamiento islámico de Ibn Khaldun ("prolegómenos a la historia universal"), y, en fin, en la época moderna, en los autores románticos que se dan cita en Hegel con su oposición entre la "sociedad-familia" y la "sociedad-cívica".
Recibida en un primer momento con la indiferencia, la obra de Tönnies ha ejercido a su vez una profunda influencia sobre Alfred Vierkandt -que ve en Tönnies el verdadero fundador de la sociología alemana-, Staudinger ("Kulturgrundlagen del Politik"), Metzger ("Gesellschaft, Recht und Staat"), Max Weber, Rumpf, Plenge, etc. Esto ha suscitado interpretaciones y "correcciones" diversas, sobe todo por parte de Simmel y Schmalenbach. Éste último, en particular, ha introducido una tercer noción, intermediaria entre la Gemeinschaft y la Gesellschaft: la noción del "Bund", la "liga", la "confederación", que define como una fuerza social en la cual domina la exaltación colectiva, y cuyos sentimientos comunes provienen de una circunstancia dada. Desde luego, la tradición de las "Bundes" es parte de la particularidad del temperamento político alemán, pero difícilmente exportable al resto europeo.
El interés por las teorías de Tönnies no puede negarse, aunque siempre se puede lanzar algún defecto, como el no haber reservado en sus explicaciones un lugar para la noción de "conflicto": su sociología particular y general silencia los comportamientos negativos o conflictivos.
Es necesario precisar que Tönnies no condena la sociedad de un modo formal. Reconoce que siendo fundamentalmente una "ruptura" con la "naturaleza", sigue siendo específicamente humana. En concreto cabe dirigir la atención hacia el peligro que presenta de la mentalidad "comunitaria". Para él -y en esto se muestra muy "positivista"- la Gemeinschaft corresponde a un estado de "infancia" en el devenir humano, mientras que la Gesellschaft representa la edad adulta (cfr. Spengler y su oposición cultura/civilización). Así como existe una cierta complementariedad entre voluntad orgánica y voluntad reflexiva, es también necesario encontrar un equilibrio en una suerte de "sociedad orgánica", tanto en las relaciones entre hombre y hombre como entre hombre y naturaleza.
En su última obra, incompleta, "El espíritu de los tiempos nuevos" (1935), Tönnies dibuja la posibilidad de una "regeneración" del tiempo histórico, afirmando que será posible un retorno a la "comunidad", a través de diversas vías (en las que queda excluido los discursos de la romantización del pasado). Vivimos, asegura, en el tiempo de los "dinosaurios": la Gesellschaft morirá por su propio crecimiento, tiene un cuerpo demasiado grande para un cerebro tan pequeño; el estado de la sociedad terminará ineludiblemente, por grado o por fuerza, por ser destruido mediante el desarrollo de sus propios principios, a través de la parálisis y la negatividad que él mismo habrá generado.
Publicado en Elementi, nº 1, otoño 1978
(Traducción: Santiago Rivas)
A pesar de su primera y única traducción italiana en la tardía fecha de 1963, la obra principal de Ferdinand Tönnies, "Comunidad y Sociedad", no deja de constituir uno de los más válidos puntos de referencia para todo aquel que quiera aproximarse al mundo de la ciencia política. Publicado por vez primera en 1887, este libro -que ya fue presentado como tesis en 1881- comprende tres partes: "Determinación general de los conceptos principales", "Voluntad orgánica y voluntad reflexiva", "Fundamentos sociológicos del derecho natural". A la vez que ofrece un minucioso análisis de las nociones de "comunidad" (Gemeinschaft) y de "sociedad (Gesellschaft), Tönnies va desarrollando su teoría aplicándola a las entidades sociales (grupos o relaciones) y a las normas sociales (códigos de comportamiento). Desde los primeros choques, Tönnies -al contrario de tantos sociólogos contemporáneos- se niega a reemplazar la incógnita X por la incógnita Y: en otros términos, despliega la sociología por medio de la sociología. Entiende que todo estudio sociológico debe iniciarse como un "estudio del hombre", concebido al mismo tiempo bajo los ángulos de la sociología, de la biología y de la etnología (tesis querida por Hobbes y Schopenhauer).
Este principio de salida lo conduce a distinguir la "sociología general" de la "sociología especial". La primera comprende "la sociología propiamente dicha", "la biología social" (que es la antropología social, excepción hecha de la psicología, que no engloba la genética y la etnología), la psicología social y la demografía. La segunda cubre la sociología pura, la sociología aplicada y la sociología empírica. Es en la "sociología pura" donde reside la oposición comunidad/sociedad; nociones fundamentales de las cuales se deduce una teoría de las referencias sociales, que es lo mismo que decir de las normas y de los valores sociales. La "sociología aplicada" consiste en la observación de los fenómenos reales de la vida social.
Pasando revista a las bases psicológicas de la sociología, Tönnies declara que todas las relaciones sociales del hombre dependen de su voluntad: es solamente a través de ella que pueden existir en cuanto hecho social. Existen dos tipos fundamentales de "voluntad": la voluntad natural u orgánica, de la cual depende la comunidad, y la voluntad racional o reflexiva, de la cual depende la sociedad (...)
En el interior de la voluntad reflexiva, Tönnies distingue la reflexión, cuyo rol es el de estabilizar la diferencia entre intención y medios, y la decisión, que hace intervenir los medios definitivos como necesarios para alcanzar la intención.
Esta distinción entre los fines y los medios está presente constantemente en Tönnies. Mientras la voluntad reflexiva separa netamente las dos nociones, la voluntad orgánica tiende a confundirlas. Es este el motivo por el cal los modos elementales de vida se unen a la última. El trabajo del campesino, del cazador, del artista, encuentra en sí su propio fin, antes que constituir los medios específicos para alcanzar un fin del cual estaría disociado. En la vida rural, los campos, el ganado, los aparejos, etc., representan los medios menos diferenciados para su fin en cuanto que no lo son los objetos utilizados por el comerciante, el ingeniero o el técnico. Están más estrechamente integrados en el modo de vida. En la sociedad desarrollada, al contrario, la máquina rompe la unidad de los tres elementos: el hombre, el instrumento y el trabajo. Además, el hombre es a un tiempo un medio y un fin. Pero es sobretodo la voluntad reflexiva la que usa a los hombres como medios -los utiliza como "objetos". Para Tönies, el mundo moderno ha conducido a su extremo la reducción e los hombres y las cosas a la dimensión de instrumentos, con el advenimiento del tipo del especulador (que recurre a todos los medios para enriquecerse), del hombre político (que recurre a todos los medios para tomar el poder) y del científico (que, por necesidades de su discurso, reconduce la realidad entera a conceptos lógicos abstractos) (...)
La distinción voluntad orgánica/voluntad reflexiva no puede dejar de evocar aquella de Schopenhauer entre el "mundo como voluntad" y el "mundo como representación". También recuerda, en parte, otra antítesis desarrollada por Keyserling, Klages, Spengler, etc: la que existe entre el alma y el espíritu, entre la cultura y a civilización, entre la conciencia y el conocimiento ("Mientras que la conciencia es el reconocimiento de aquello que es sentido como tal, -escribe Tönnies- el conocimiento es la negación de aquello que es falso y pensado como tal"). La relación "cronológica" entre las dos formas de voluntad es igualmente comparable a la relación entre lo innato y lo adquirido: mientras la voluntad orgánica expresa el pasado (la herencia recibida), la voluntad reflexiva expresa el futuro (el objeto al que se mira).
Como algo inmediato, Tönnies coloca en relación la voluntad reflexiva con la causalidad científica, o bien con el estudio de las leyes generales bajo las cuales es posible clasificar los fenómenos de una misma especie; y la voluntad orgánica con la causalidad "filosófica", que él identifica con el para-determinismo de la potencialidad orgánica y psicológica.
En el campo de las estructuras sociales, la voluntad orgánica desarrolla la comunidad, mientras la voluntad reflexiva desarrolla la sociedad; estas dos nociones (Gemainschaft y Gesellschaft), en cuanto "conceptos normales" (Normalbegriffe), corresponden muy aproximadamente, en Tönnies, a aquello que Max Weber llamaba "die idealtypus".
Para Tönnies, la comunidad (Gemeinschaft) se define como un grupo humano viviendo en común, unido por los mismos orígenes, los mismos sentimientos, las mismas aspiraciones fundamentales, etc. La Gemeinschaft es un verdadero ser orgánico, un todo que posee, en cuanto todo, las características que le son propias, una forma social cuya unidad resulta de la relativa homogenidad de cuantos la integran. Tönnies distingue diferentes formas de comunidad, desde la más simple hasta la más compleja: la familia, las relaciones de vecindad o amistad, el pueblo, la pequeña ciudad, la región, etc. En la base de estas diversas formas, encontramos siempre la misma noción de herencia común, sea ésta la herencia de sangre (filiación, parentesco), la herencia cultural, histórica o étnica. Por ello, la comunidad es un organismo viviente, donde la voluntad natural es el motor de las relaciones sociales, donde los individuos, por obra de aquello que les une, pueden ser netamente percibidos como diferenciados de sus pertenencias respectivas.
La sociedad (Gesellschaft), al contrario, reúne a los individuos que, por vivir los nos en disputa con los otros, no tienen entre sí ninguna unión real, no son globalmente pertenecientes de alguna forma de herencia específica. Mientras la comunidad es un organismo verdadero, regido por las leyes de la vida, la sociedad es una construcción abstracta, regida por un "contrato social", no es un todo que posea una particularidad propia, sino una simple adición de factores que no tienen otra cosa en común mas que el anónimo e impersonal campo al cual hacen referencia: el dinero y los objetos materiales que permiten procurarlo, convirtiéndose, de este modo, el "standing" en el medio principal de diferenciación social.
En el seno de la Gesellschaft, el carácter "vivo" de las relaciones humanas tiende a cancelarse. Cada uno vive para sí. El anonimato se convierte en regla -y, con ello, la "dificultad para comunicar"". El hombre se determina esencialmente en función de la propia voluntad reflexiva. Es así que toda su acción debe tener una intención, que le otorgue un fundamento "racional".
Toda cesión implica la recesión de unos valores equivalentes. "A la separación de los individuos -escribe J. Leif en el prólogo de la edición francesa del libro- corresponde la separación de los bienes, cuya consecuencia esencial es el cambio y la transacción". Según Tönnies, es en este cambio donde reside todo el contenido de la Gesellschaft. Ahora, quien dice "cambio" dice valor necesario y suficiente para cambiarlo. Este valor es una cualidad racional objetiva, que sólo puede resultar de la voluntad reflexiva, que, por definición, debe ser idéntica e igual para todos, y que, en consecuencia, comporta y tiende a acentuar la igualdad de todos a los que hace referencia, en la medida en que pueden acabar por definirse únicamente en función de este valor. Este valor es, evidentemente, el dinero, y más específicamente el papel-moneda, e cuanto contrapartida de todas las formas de mercancía. El valor-moneda deviene en la sociedad el único cambio susceptible de ser aplicado a todo.
Al igual que Marx, Tönnies otorga una gran importancia al factor económico. Pero en vez de ver en la evolución de las formas y de las estructuras de producción la causa esencial de la mutación histórica, insiste sobre todo en la importancia del desarrollo y de la transformación de las formas comerciales (Al igual que Max Weber ve en el nacimiento del capitalismo mercantil la razón principal del aniquilamiento de las formas sociales medievales). Tönnies se aleja expresamente de Marx para contraponerlo a los teóricos del "socialismo alemán" (Lassalle, Sombart, Spengler), de esencia comunitaria y "humanista".
En el seno de la sociedad, constata, los valores mercantiles son los valores reinantes porque son dotados del más alto coeficiente de rendimiento. Al tiempo que se realiza el traspaso de la economía doméstica a la economía comercial e industrial, la sociedad se transforma poco a poco en mercado, donde todo puede venderse y adquirirse, incluidos los seres humanos. El "comerciante" deviene el tipo mismo del hombre social, del hombre liberado de todas las leyes del sentimiento y de la comunidad, y que no tiene otra intención que el beneficio. La propiedad adquirida (Besitz) pasa a definirse sobre el bien heredado (Eigentum). El oficio deja de ser un arte -donde el aspecto del cambio no dejaba de ser una consecuencia importante, pero secundaria. El trabajador pasa a ocupar la categoría de obrero que, vendiendo su trabajo en un mercado implacable, renuncia sin percatarse a su propio valor y a su libertad real. La fuerza-trabajo no es más que un medio para la realización del beneficio, cuya contrapartida es el aumento del poder adquisitivo. Los resultados del trabajo son adquisitivos, utilizados y vendidos bajo formas de productos fabricados y acabados; pero el trabajador sólo participa en la producción como una máquina más; mejor, como un servidor de la máquina.
La hipertrofia de la ciudad mundial y el predominio de la moral mercantil, prosigue Tönnies, destruyen todas las solidaridades profundas y acaban por destruir también la misma noción de pueblo. El socialismo marxista y la lucha de clases son una consecuencia ineludible de esta completa disolución de las unidades orgánicas. Mientras que la comunidad orgánica) se alimentaba con un aumento constante de la heterogeneidad y la diferenciación, la disgregación del consenso se alimenta con la homogeneidad que proporciona el dinero, una norma que los que lo manejan se empeñan en demostrar como "natural". El egoísmo se convierte en el motor y el centro de la acción social. Los intereses individuales van adquiriendo constantemente predominio sobre los intereses colectivos. El ejercicio, libre de todo obstáculo, de la voluntad reflexiva, del saber racional y del cálculo, monopoliza peligrosamente las decisiones. Paralelamente, la especulación mina las bases implícitas de la moral, sustituyendo los fundamentos orgánicos de la sociedad por el desarraigo y el anonimato. Al final, la "inmoralidad" encuentra todas las puertas abiertas, porque no hay nada que motive en sentido de una conciencia de los deberes que debe adquirir la persona en el interior de un cuerpo social. Los valores mercantiles, directa o indirectamente, justifican el hecho de que todos los medios son buenos para enriquecerse. Con Hobbes, Tönnies caracteriza la sociedad moderna como "la guerra de todos contra todos". La historia reciente, dice, consagra la desaparición del espíritu de la comunidad, y la instauración de la sociedad. (...)
Tönnies divide los valores sociales en tres grupos: los valores económicos, los valores políticos y los valores intelectuales o espirituales. Aunque en este caso, la verdadera naturaleza de los valores sociales está determinada por la voluntad, colectiva o individual. Cuando un objeto cultura, por ejemplo una obra de arte, es producido y utilizado simplemente como un medio para alcanzar un fin, la voluntad reflexiva que condiciona una producción similar y un tal uso se diferencia netamente de la voluntad orgánica, que conduce a la producción por el simple juego de crear. En una sociedad de tal género la tierra no será más que una simple mercancía, susceptible de ser cambiada y vendida en cada momento; sólo será en cuanto tal número de dinero. En otro tipo de colectividad la tierra será la propiedad común de un grupo y representará los valores espirituales íntimamente ligados a la integridad del grupo, y su cesión aparecerá como impensable o, cuando menos, excepcional.
Más grande es la comprensión, la armonía o la simpatía entre los individuos, más grande es la posibilidad de que sus valores sean comunes, y que lo poseído por uno sea también, en cierta medida, lo poseído por otro. Es en este sentido que los ideales y los valores sociales encuentren su punto de punto de referencia en la "entidad social" (Verhältnisse), la "colectividad" (Samtschaften) y las "organizaciones sociales" o "corporaciones" (Körperschaften). Las relaciones sociales son los comportamientos inducidos por las relaciones psíquicas voluntariamente instituidas. Tales relaciones son en gran parte condicionadas por la existencia de terceros no directamente implicados en ellas. Así se generan los juicios del tipo: "debo hacer esto porque es mi hermano"; "no debo hacer aquello porque X es amigo de Y", etc. La colectividad corresponde a los conjuntos (pueblos, grupos étnicos o lingüísticos, clases, etc.) que existen como tales, pero que no poseen los medios para permitir a la voluntad colectiva de los individuos que la componen expresarse a través de una persona física o moral representativa. Las organizaciones sociales son los conjuntos que, poseyendo estos medios, pueden ser vistos por las personas que los componen como tales: sus miembros tienen una clara conciencia del hecho de que el grupo al que pertenecen es capaz de tomar decisiones y obrar en consecuencia. Las más importantes organizaciones sociales son los Estados.
En la época de la publicación de "Gemeinschaft und Gesellschaft", en 1887, Ferdinand Tönnies tenía 32 años. En el curso de los quince años que siguieron, la obra se difundió en círculos muy restrictivos. A partir de la segunda edición, el autor comenzó a adquirir notoriedad. Hacia 1920 su fama ya tenía un carácter internacional.
Henri Arvon ("La filosofía alemana") coloca a Tönnies entre los representantes del "pensamiento neo-vitalista", junto a Hans Driesh, Othmar Spann y Edgar Jung. Pero la relación es un tanto forzada. En la exposición de su teoría, Tönnies rompe netamente con la visión histórica ingenua (y políticamente inconsistente) del "evolucionismo" de Spengler, así como con el organicismo primario de Schaeffle. Influenciado por Nietzsche, Schopenhauer y la filosofía griega, lo fue al mismo tiempo por Hobbes, Möser, Stein, Riehl, Fichte, Savigny, Schleiermacher, Arndt... Su originalidad consiste en el hecho de situarse en el cruce entre el idealismo alemán y el positivismo empírico, entre Hume y Kant, logrando una síntesis sorprendente y fructífera.
Tönnies aportó a la escuela sociológica alemana un poco de su admiración por el positivismo anglosajón (cfr. Hans Freyer, "Ferdinand Tönnies und seine Stellung in der deutschen Soziologie, in Weltwirtschaftliches Archiv"), del que supo, de forma viceversa, desprenderse de sus peores argumentos.
Como ha especulado acertadamente Pitirim A. Sorokin (prefacio a "Comunity and Society"), ciertas ideas de Tönnies sobre la comunidad y la sociedad estaban ya presentes en Confucio, particularmente su concepción de la relación gobernados/gobernantes como una extensión del hecho familiar. Se recordará una relación similar en Platón (República ideal = Gemeinschaft), en Aristóteles, en Cicerón, al igual que en san Agustín (ciudad de Dios/ciudad de los hombres), en los grandes místicos del medievo (Alberto magno, Nicolás de Cusa, Joaquín de Fiore), en el pensamiento islámico de Ibn Khaldun ("prolegómenos a la historia universal"), y, en fin, en la época moderna, en los autores románticos que se dan cita en Hegel con su oposición entre la "sociedad-familia" y la "sociedad-cívica".
Recibida en un primer momento con la indiferencia, la obra de Tönnies ha ejercido a su vez una profunda influencia sobre Alfred Vierkandt -que ve en Tönnies el verdadero fundador de la sociología alemana-, Staudinger ("Kulturgrundlagen del Politik"), Metzger ("Gesellschaft, Recht und Staat"), Max Weber, Rumpf, Plenge, etc. Esto ha suscitado interpretaciones y "correcciones" diversas, sobe todo por parte de Simmel y Schmalenbach. Éste último, en particular, ha introducido una tercer noción, intermediaria entre la Gemeinschaft y la Gesellschaft: la noción del "Bund", la "liga", la "confederación", que define como una fuerza social en la cual domina la exaltación colectiva, y cuyos sentimientos comunes provienen de una circunstancia dada. Desde luego, la tradición de las "Bundes" es parte de la particularidad del temperamento político alemán, pero difícilmente exportable al resto europeo.
El interés por las teorías de Tönnies no puede negarse, aunque siempre se puede lanzar algún defecto, como el no haber reservado en sus explicaciones un lugar para la noción de "conflicto": su sociología particular y general silencia los comportamientos negativos o conflictivos.
Es necesario precisar que Tönnies no condena la sociedad de un modo formal. Reconoce que siendo fundamentalmente una "ruptura" con la "naturaleza", sigue siendo específicamente humana. En concreto cabe dirigir la atención hacia el peligro que presenta de la mentalidad "comunitaria". Para él -y en esto se muestra muy "positivista"- la Gemeinschaft corresponde a un estado de "infancia" en el devenir humano, mientras que la Gesellschaft representa la edad adulta (cfr. Spengler y su oposición cultura/civilización). Así como existe una cierta complementariedad entre voluntad orgánica y voluntad reflexiva, es también necesario encontrar un equilibrio en una suerte de "sociedad orgánica", tanto en las relaciones entre hombre y hombre como entre hombre y naturaleza.
En su última obra, incompleta, "El espíritu de los tiempos nuevos" (1935), Tönnies dibuja la posibilidad de una "regeneración" del tiempo histórico, afirmando que será posible un retorno a la "comunidad", a través de diversas vías (en las que queda excluido los discursos de la romantización del pasado). Vivimos, asegura, en el tiempo de los "dinosaurios": la Gesellschaft morirá por su propio crecimiento, tiene un cuerpo demasiado grande para un cerebro tan pequeño; el estado de la sociedad terminará ineludiblemente, por grado o por fuerza, por ser destruido mediante el desarrollo de sus propios principios, a través de la parálisis y la negatividad que él mismo habrá generado.
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