La crisis del sistema
Por L. Luna
Una reflexión general llevaría a la conclusión de que un sistema que fundamenta sus instituciones y formas sociales sobre una falsificación de la naturaleza humana tiene que entrar en conflicto antes o después con la realidad misma, con el orden natural de las cosas, y en virtud de ese conflicto entrar en crisis y disolverse . Una crisis así no sería, desde luego, una crisis coyuntural y transitoria del Sistema, sino una crisis estructural que podría ser la definitiva. Decimos que un sistema sufre una crisis estructural cuando los problemas a los que se enfrenta son consecuencia de la naturaleza misma del sistema y, por esto mismo, no pueden resolverse dentro de los límites del sistema. Intentaremos mostrar con claridad que el Sistema se enfrenta ya hoy con cinco frentes de problemas que constituyen otros tantos límites de su vigencia histórica, y que se enfrenta con ellos en virtud de su naturaleza misma, esto es, que se enfrenta con ellos como problemas estructurales.
1.El límite bionatural
En la medida en que el Sistema desconoce la vinculación del hombre con la naturaleza y las determinaciones naturales del ser humano, es inevitable que su proyecto entre en contradicción con la naturaleza misma humana y extrahumana, imponiéndose de este modo a sí mismo un límite que puede desglosarse en tres apartados:
a) El límite ecológico: de sobra conocido, amenaza definitivamente el proyecto capitalista.
b) El límite demográfico: el desconocimiento de la diferencia y peculiaridad de la mujer, propio del igualitarismo, así como el egoísmo, el individualismo y el materialismo de los comportamientos sociales han hecho caer los índices de natalidad provocando en todo Occidente un envejecimiento de la población que, además de ser económicamente insostenible, amenaza el futuro de nuestro pueblo.
c) El límite sanitario: en los últimos años, las enfermedades producidas por el modo de vida ("enfermedades de la civilización") han pasado a constituir una parte importante del malestar de la población y del gasto sanitario; el modelo social mismo se revela como patógeno. A ésto se añaden nuevas epidemias, como el SIDA.
Este límite viene en general provocado por la incapacidad del racionalismo del Sistema para hacerse cargo de la dimensión natural del ser humano.
2.El límite nacional
El Sistema, en la medida en que se esfuerza por la realización efectiva de la igualdad, tiende a no tolerar las diferencias entre los grupos humanos, y en la medida en que no reconoce el vínculo del individuo con su tradición, con su comunidad y con su tierra, tiende a disolver las identidades nacionales. En el Este de Europa, el régimen comunista lo intentó durante setenta años de totalitarismo igualitarista, y hoy vemos como, desaparecido el comunismo, los pueblos se levantan, a veces dramáticamente, por su identidad nacional. También el capitalismo intenta borrar las identidades colectivas, estimulando, por ejemplo, la inmigración masiva a Europa. Para el capitalismo, la inmigración sólo es un capítulo de la liberalización internacional del mercado de trabajo, que de paso le procura mano de obra abundante y barata. Pero los pueblos receptores del flujo migratorio empiezan a reaccionar contra la amenaza que éste representa para su identidad nacional. También, en el Tercer Mundo, las naciones árabes comienzan a desarrollar una poderosa conciencia nacional y religiosa.
En conjunto, parece evidente que el proyecto del Sistema se va a estrellar contra la voluntad de los pueblos de conservar su identidad.
3.El límite económico
La economía del capitalismo internacional no está sometida a una dirección política y espiritual que garantice su estabilidad y salubridad, sino que está al servicio de intereses privados de minorías financieras. Esto provoca cuatro clases de perturbaciones:
a) El desempleo: las políticas económicas destinadas a proteger los intereses financieros hacen imposible la consecución del pleno empleo en los países occidentales.
b) La inestabilidad de los intercambios internacionales, debido a la liberalización prematura de los mercados y a la especulación.
c) Los vaivenes bursátiles y las recesiones cíclicas, producidas por la especulación y el deficiente control de la economía.
d) Los imparables déficits públicos provocados por el despilfarro de las élites políticas y por las necesidades de asistencia social que supone el desempleo y el envejecimiento de la población.
Estos fenómenos, añadidos al límite ecológico, establecen un límite histórico para el modelo económico vigente.
4.- El límite espiritual
El Sistema, obligado por su contenido ideológico a desconsiderar la relación del hombre con lo espiritual, suprime uno de los elementos necesarios para el correcto funcionamiento de la vida comunitaria. De ahí se deriva una degradación de la vida colectiva que se manifiesta en desórdenes sociales como la corrupción o la criminalidad, pero también una degradación de la vida personal que se hace patente en desórdenes psicológicos como, por ejemplo, la depresión o la droga. E1 hecho de que ninguna sociedad pueda persistir sin un ambiente espiritual y moral mínimo impone también un límite histórico a este modelo social.
5.El límite político
Finalmente, el cúmulo de todos los problemas anteriores plantean a las estructuras políticas del Sistema unas exigencias a las que éstas no pueden responder. E1 sistema plutocrático y partitocrático es absolutamente incapaz de hacerse cargo de los problemas a largo plazo de la población y de resolverlos eficazmente. La ausencia de una verdadera democracia, de un verdadero debate social, el predominio de intereses particulares y la corrupción de los políticos hacen que el modelo político no esté a la altura del momento histórico. Se da así una insuficiencia política del Sistema. Esta serie de problemas, que proceden todos de las estructuras mismas del Sistema y resultan por eso insolubles dentro de sus límites, parecen demostrar que el Sistema se enfrenta a una crisis definitiva.
LA ALTERNATIVA
La alternativa no puede consistir más que en la recuperación del equilibrio mediante la inserción en el orden natural de las cosas. Durante la modernidad el ser humano ha vivido un largo exilio del que es necesario regresar. Ya en el Romanticismo alemán, Hölderlin trataba el tema del regreso a la Patria (Heimkunft), un tema que la Generación del 98 hizo suyo en España; José Antonio Primo de Rivera, influido por el 98, hablaba de la vuelta universal hacia uno mismo de cada pueblo, y Heidegger replanteó el tema de la vuelta a casa (Heimkehr). El ser humano debe reencontrar su modo de habitar en los grandes ámbitos suprahumanos o supraindividuales: la naturaleza, la historia, la divinidad. Esto no puede lograrlo más que rompiendo el marco ideológico de la concepción racionalista del hombre, es decir, reconociendo al hombre como ser actualmente finito y potencialmente infinito. Mediante el reconocimiento de la finitud humana el hombre podrá volver a considerar sus determinaciones y vínculos naturales e históricos, así como la necesidad de trascenderse hacia el infinito, hacia la divinidad, en cuyo seno podrá satisfacer su ansia de infinitud. Este es el contenido de un proyecto político de rango histórico suficiente para servir de alternativa a todas las estructuras del Sistema en crisis.
LA ESTRATEGIA
Con todo, en un primer momento, el movimiento político alternativo deberá presentarse de manera negativa: esto es, como denuncia del Sistema. Su estrategia básica consistirá, por consiguiente, en la denuncia sistemática y en la agitación de todos los problemas estructurales del Sistema que hemos mencionado al hablar de sus límites.
Una reflexión general llevaría a la conclusión de que un sistema que fundamenta sus instituciones y formas sociales sobre una falsificación de la naturaleza humana tiene que entrar en conflicto antes o después con la realidad misma, con el orden natural de las cosas, y en virtud de ese conflicto entrar en crisis y disolverse . Una crisis así no sería, desde luego, una crisis coyuntural y transitoria del Sistema, sino una crisis estructural que podría ser la definitiva. Decimos que un sistema sufre una crisis estructural cuando los problemas a los que se enfrenta son consecuencia de la naturaleza misma del sistema y, por esto mismo, no pueden resolverse dentro de los límites del sistema. Intentaremos mostrar con claridad que el Sistema se enfrenta ya hoy con cinco frentes de problemas que constituyen otros tantos límites de su vigencia histórica, y que se enfrenta con ellos en virtud de su naturaleza misma, esto es, que se enfrenta con ellos como problemas estructurales.
1.El límite bionatural
En la medida en que el Sistema desconoce la vinculación del hombre con la naturaleza y las determinaciones naturales del ser humano, es inevitable que su proyecto entre en contradicción con la naturaleza misma humana y extrahumana, imponiéndose de este modo a sí mismo un límite que puede desglosarse en tres apartados:
a) El límite ecológico: de sobra conocido, amenaza definitivamente el proyecto capitalista.
b) El límite demográfico: el desconocimiento de la diferencia y peculiaridad de la mujer, propio del igualitarismo, así como el egoísmo, el individualismo y el materialismo de los comportamientos sociales han hecho caer los índices de natalidad provocando en todo Occidente un envejecimiento de la población que, además de ser económicamente insostenible, amenaza el futuro de nuestro pueblo.
c) El límite sanitario: en los últimos años, las enfermedades producidas por el modo de vida ("enfermedades de la civilización") han pasado a constituir una parte importante del malestar de la población y del gasto sanitario; el modelo social mismo se revela como patógeno. A ésto se añaden nuevas epidemias, como el SIDA.
Este límite viene en general provocado por la incapacidad del racionalismo del Sistema para hacerse cargo de la dimensión natural del ser humano.
2.El límite nacional
El Sistema, en la medida en que se esfuerza por la realización efectiva de la igualdad, tiende a no tolerar las diferencias entre los grupos humanos, y en la medida en que no reconoce el vínculo del individuo con su tradición, con su comunidad y con su tierra, tiende a disolver las identidades nacionales. En el Este de Europa, el régimen comunista lo intentó durante setenta años de totalitarismo igualitarista, y hoy vemos como, desaparecido el comunismo, los pueblos se levantan, a veces dramáticamente, por su identidad nacional. También el capitalismo intenta borrar las identidades colectivas, estimulando, por ejemplo, la inmigración masiva a Europa. Para el capitalismo, la inmigración sólo es un capítulo de la liberalización internacional del mercado de trabajo, que de paso le procura mano de obra abundante y barata. Pero los pueblos receptores del flujo migratorio empiezan a reaccionar contra la amenaza que éste representa para su identidad nacional. También, en el Tercer Mundo, las naciones árabes comienzan a desarrollar una poderosa conciencia nacional y religiosa.
En conjunto, parece evidente que el proyecto del Sistema se va a estrellar contra la voluntad de los pueblos de conservar su identidad.
3.El límite económico
La economía del capitalismo internacional no está sometida a una dirección política y espiritual que garantice su estabilidad y salubridad, sino que está al servicio de intereses privados de minorías financieras. Esto provoca cuatro clases de perturbaciones:
a) El desempleo: las políticas económicas destinadas a proteger los intereses financieros hacen imposible la consecución del pleno empleo en los países occidentales.
b) La inestabilidad de los intercambios internacionales, debido a la liberalización prematura de los mercados y a la especulación.
c) Los vaivenes bursátiles y las recesiones cíclicas, producidas por la especulación y el deficiente control de la economía.
d) Los imparables déficits públicos provocados por el despilfarro de las élites políticas y por las necesidades de asistencia social que supone el desempleo y el envejecimiento de la población.
Estos fenómenos, añadidos al límite ecológico, establecen un límite histórico para el modelo económico vigente.
4.- El límite espiritual
El Sistema, obligado por su contenido ideológico a desconsiderar la relación del hombre con lo espiritual, suprime uno de los elementos necesarios para el correcto funcionamiento de la vida comunitaria. De ahí se deriva una degradación de la vida colectiva que se manifiesta en desórdenes sociales como la corrupción o la criminalidad, pero también una degradación de la vida personal que se hace patente en desórdenes psicológicos como, por ejemplo, la depresión o la droga. E1 hecho de que ninguna sociedad pueda persistir sin un ambiente espiritual y moral mínimo impone también un límite histórico a este modelo social.
5.El límite político
Finalmente, el cúmulo de todos los problemas anteriores plantean a las estructuras políticas del Sistema unas exigencias a las que éstas no pueden responder. E1 sistema plutocrático y partitocrático es absolutamente incapaz de hacerse cargo de los problemas a largo plazo de la población y de resolverlos eficazmente. La ausencia de una verdadera democracia, de un verdadero debate social, el predominio de intereses particulares y la corrupción de los políticos hacen que el modelo político no esté a la altura del momento histórico. Se da así una insuficiencia política del Sistema. Esta serie de problemas, que proceden todos de las estructuras mismas del Sistema y resultan por eso insolubles dentro de sus límites, parecen demostrar que el Sistema se enfrenta a una crisis definitiva.
LA ALTERNATIVA
La alternativa no puede consistir más que en la recuperación del equilibrio mediante la inserción en el orden natural de las cosas. Durante la modernidad el ser humano ha vivido un largo exilio del que es necesario regresar. Ya en el Romanticismo alemán, Hölderlin trataba el tema del regreso a la Patria (Heimkunft), un tema que la Generación del 98 hizo suyo en España; José Antonio Primo de Rivera, influido por el 98, hablaba de la vuelta universal hacia uno mismo de cada pueblo, y Heidegger replanteó el tema de la vuelta a casa (Heimkehr). El ser humano debe reencontrar su modo de habitar en los grandes ámbitos suprahumanos o supraindividuales: la naturaleza, la historia, la divinidad. Esto no puede lograrlo más que rompiendo el marco ideológico de la concepción racionalista del hombre, es decir, reconociendo al hombre como ser actualmente finito y potencialmente infinito. Mediante el reconocimiento de la finitud humana el hombre podrá volver a considerar sus determinaciones y vínculos naturales e históricos, así como la necesidad de trascenderse hacia el infinito, hacia la divinidad, en cuyo seno podrá satisfacer su ansia de infinitud. Este es el contenido de un proyecto político de rango histórico suficiente para servir de alternativa a todas las estructuras del Sistema en crisis.
LA ESTRATEGIA
Con todo, en un primer momento, el movimiento político alternativo deberá presentarse de manera negativa: esto es, como denuncia del Sistema. Su estrategia básica consistirá, por consiguiente, en la denuncia sistemática y en la agitación de todos los problemas estructurales del Sistema que hemos mencionado al hablar de sus límites.
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