Democracia liberal y democracia real
DEMOCRACIA" LIBERAL Y DEMOCRACIA REAL
Existe una hermosa definición de democracia que la explica como "la participación de un pueblo en la determinación de su destino". Sabido es que democracia significa etimológicamente "poder del pueblo". En su nombre se han legitimado o condenado gobiernos, regímenes y movimientos políticos. Pero, las sociedades autoproclamadas democráticas, ¿lo son realmente? ¿No serán las democracias liberales un fraude antidemocrático como lo fueron las llamadas democracias populares?
Y la conclusión es obvia. Detrás de las democracias formales del Sistema (*) existen élites concretas y bien definidas que son las que de hecho lo dirigen: son las élites económicas. Ellas tienen en sus manos la financiación de los partidos y el control, directo o indirecto, de los medios de comunicación. Ejerciendo este control hacen de la política un coto cerrado: sólo los políticos que no amenazan los intereses del Sistema y las opiniones que no resultan peligrosas para los intereses o dogmas dominantes pueden salir a escena con probabilidad de éxito. Esto significa en la práctica que los ciudadanos no tienen control real sobre el poder y que determinadas opiniones y determinados candidatos no llegarán siquiera a existir para el público, por el solo hecho de estar privados de los medios de financiación y difusión.
El predominio de las élites económicas internacionales y el servicio a sus intereses explica, para quien sepa verlo, muchos aspectos de la política actual: las políticas monetarias de altos tipos de interés, las campañas a favor de la inmigración supuestamente antirracistas, los planes de creación de grandes mercados internacionales que sacrifican a amplias capas de la población los campesinos, por ejemplo, etc. La constatación de que las actuaciones políticas de los gobernantes de los países occidentales contradicen sistemáticamente los intereses de sus pueblos, es la mejor prueba de que las supuestas democracias no son tales.
En general, el Sistema está controlado por una alianza entre las élites económicas y las élites políticas. Las élites económicas financian a las políticas y estas, a cambio, realizan políticas económicas favorables a los intereses de aquellas. Las élites políticas tienen a su vez la posibilidad de enriquecerse con el control de los caudales públicos. Las élites intelectuales consiguen cierto dinero y prestigio como creadoras del discurso que el Sistema necesita como cobertura ideológica y que luego es difundido por los medios masivos de comunicación. Todo esto se realiza en un circuito cerrado que deja fuera a los ciudadanos y los convierte en espectadores y votantes mecánicos y pasivos. Esta élite tripartita tiene sus representantes en la llamada Trilateral, organización internacional creada por los Rockefeller a principios de los años setenta.
Esta situación hace que la sedicente "democracia" liberal sea incapaz de afrontar los problemas que la crisis del Sistema plantea: la corrupción de los políticos y el funcionamiento a corto plazo y al servicio de intereses particulares, tienen como consecuencia que el Sistema político sea incapaz de solucionar grandes problemas como el paro, la degradación medioambiental, la crisis sanitaria, la droga y el narcotráfico, la delincuancia, el SIDA, el hambre y las guerras en determinados países, etc. Es fácil deducir de ahí que las "democracias" liberales se hallan en una crisis política, a la vez que sus representantes pierden más y más credibilidad a los ojos del pueblo. No será posible salir de esta situación más que rompiendo el cerco que impide la existencia de un verdadera democracia. Para ello habría que tomar medidas como las que enumeramos:
a) control riguroso del gasto y financiación de los partidos políticos;
b) democratización y mayor pluralismo de los medios de comunicación;
c) sistemas electorales de representación proporcional que no deformen, a favor de los grandes partidos, la pluralidad de los votantes;
d) listas electorales abiertas;
e) igualdad de oportunidades para todos los candidatos y propuestas electorales;
f) combatir la degeneración del sistema de partidos o partitocracia, haciendo que la participación política y social no quede monopolizada por los mismos, es decir, abriendo nuevas vías participativas que devuelvan protagonismo a la sociedad civil el pueblo en sus diversas formas de agrupación.
Es inevitable que un pueblo esté dirigido por minorías destacadas. La esencia de la democracia está en que al pueblo se le den medios reales para que pueda designar a los gobernantes que mejor representen sus aspiraciones materiales y espirituales. Las minorías dirigentes del Sistema, por el contrario, no se representan más que a sí mismas. La esencia de la partitocracia reside en que los partidos no representan al pueblo sino que se representan a sí mismos y a quienes los financian.
(*) Por Sistema entendemos las estructuras sociopolíticas y económicas dominantes en el mundo actual, así como, la ideología y los valores culturales en que se apoyan.
Existe una hermosa definición de democracia que la explica como "la participación de un pueblo en la determinación de su destino". Sabido es que democracia significa etimológicamente "poder del pueblo". En su nombre se han legitimado o condenado gobiernos, regímenes y movimientos políticos. Pero, las sociedades autoproclamadas democráticas, ¿lo son realmente? ¿No serán las democracias liberales un fraude antidemocrático como lo fueron las llamadas democracias populares?
Y la conclusión es obvia. Detrás de las democracias formales del Sistema (*) existen élites concretas y bien definidas que son las que de hecho lo dirigen: son las élites económicas. Ellas tienen en sus manos la financiación de los partidos y el control, directo o indirecto, de los medios de comunicación. Ejerciendo este control hacen de la política un coto cerrado: sólo los políticos que no amenazan los intereses del Sistema y las opiniones que no resultan peligrosas para los intereses o dogmas dominantes pueden salir a escena con probabilidad de éxito. Esto significa en la práctica que los ciudadanos no tienen control real sobre el poder y que determinadas opiniones y determinados candidatos no llegarán siquiera a existir para el público, por el solo hecho de estar privados de los medios de financiación y difusión.
El predominio de las élites económicas internacionales y el servicio a sus intereses explica, para quien sepa verlo, muchos aspectos de la política actual: las políticas monetarias de altos tipos de interés, las campañas a favor de la inmigración supuestamente antirracistas, los planes de creación de grandes mercados internacionales que sacrifican a amplias capas de la población los campesinos, por ejemplo, etc. La constatación de que las actuaciones políticas de los gobernantes de los países occidentales contradicen sistemáticamente los intereses de sus pueblos, es la mejor prueba de que las supuestas democracias no son tales.
En general, el Sistema está controlado por una alianza entre las élites económicas y las élites políticas. Las élites económicas financian a las políticas y estas, a cambio, realizan políticas económicas favorables a los intereses de aquellas. Las élites políticas tienen a su vez la posibilidad de enriquecerse con el control de los caudales públicos. Las élites intelectuales consiguen cierto dinero y prestigio como creadoras del discurso que el Sistema necesita como cobertura ideológica y que luego es difundido por los medios masivos de comunicación. Todo esto se realiza en un circuito cerrado que deja fuera a los ciudadanos y los convierte en espectadores y votantes mecánicos y pasivos. Esta élite tripartita tiene sus representantes en la llamada Trilateral, organización internacional creada por los Rockefeller a principios de los años setenta.
Esta situación hace que la sedicente "democracia" liberal sea incapaz de afrontar los problemas que la crisis del Sistema plantea: la corrupción de los políticos y el funcionamiento a corto plazo y al servicio de intereses particulares, tienen como consecuencia que el Sistema político sea incapaz de solucionar grandes problemas como el paro, la degradación medioambiental, la crisis sanitaria, la droga y el narcotráfico, la delincuancia, el SIDA, el hambre y las guerras en determinados países, etc. Es fácil deducir de ahí que las "democracias" liberales se hallan en una crisis política, a la vez que sus representantes pierden más y más credibilidad a los ojos del pueblo. No será posible salir de esta situación más que rompiendo el cerco que impide la existencia de un verdadera democracia. Para ello habría que tomar medidas como las que enumeramos:
a) control riguroso del gasto y financiación de los partidos políticos;
b) democratización y mayor pluralismo de los medios de comunicación;
c) sistemas electorales de representación proporcional que no deformen, a favor de los grandes partidos, la pluralidad de los votantes;
d) listas electorales abiertas;
e) igualdad de oportunidades para todos los candidatos y propuestas electorales;
f) combatir la degeneración del sistema de partidos o partitocracia, haciendo que la participación política y social no quede monopolizada por los mismos, es decir, abriendo nuevas vías participativas que devuelvan protagonismo a la sociedad civil el pueblo en sus diversas formas de agrupación.
Es inevitable que un pueblo esté dirigido por minorías destacadas. La esencia de la democracia está en que al pueblo se le den medios reales para que pueda designar a los gobernantes que mejor representen sus aspiraciones materiales y espirituales. Las minorías dirigentes del Sistema, por el contrario, no se representan más que a sí mismas. La esencia de la partitocracia reside en que los partidos no representan al pueblo sino que se representan a sí mismos y a quienes los financian.
(*) Por Sistema entendemos las estructuras sociopolíticas y económicas dominantes en el mundo actual, así como, la ideología y los valores culturales en que se apoyan.
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