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Identidad y Comunidad

La experiencia de lo sagrado entre los griegos

Leandro Pinkler



Ponencia realizada en el Congreso internacional de Filosofía y Religión: la mirada del Otro en la Academia del Sur de Buenos Aires, el 29 de septiembre del 2000

El titulo de esta ponencia alude a la observación del gran estudioso de las religiones M. Eliade respecto de la pobreza de las lenguas modernas ,en las que para la experiencia de lo sagrado sólo contamos con la palabra religión. Desde esta perspectiva se desprende la posibilidad de plantear una experiencia no religiosa de lo sagrado - es decir no determinada por las prácticas, dogmas, creencias de ninguna de las religiones oficiales-. Puede confrontarse la discusión de este problema en la reciente obra del doctor García Bazán, presente en este congreso , Aspectos Inusuales de lo Sagrado (Madrid, ed. Trotta).

Nos convoca ante todo la pregunta acerca de las condiciones de posibilidad de una sacralidad actual y efectiva - no una discusión arqueológica - respecto de los testimonios de la religiosidad helénica. Digamos ante todo - como aclaración metodológica - que no enfrentamos en este momento el problema teórico de qué es lo sagrado, y para ello referimos a la obra de Eliade, como una aproximación; y si en todo caso tomamos una síntesis de la noción de lo sagrado, éste aparece en la experiencia como plenitud de significado y de intensidad. Ahora bien, el tratar del espíritu religioso de los griegos en términos contemporáneos necesita una aclaración. En primer lugar porque ninguna de la religiones vivas, actuales, oficiales, organizada, de ningún país, mantiene, por cierto, los cultos y creencias de la antigua Grecia. Pero como segundo punto, -y en oposición a este primero que muestra la ausencia de una práctica de “cultos paganos”, de culto de dioses griegos - sostenemos que la antigua experiencia griega y latina - la de los llamados por los cristianos pagani - ha sido y es, una fuente permanente del modo en que los occidentales, en tanto individuos, hemos vivenciado o intentado vivenciar lo sagrado: como arte, como misterio del universo y exuberancia de la naturaleza, como erotismo, como realización heroica del destino personal. Todos estos elementos fueron plasmados desde la construcción civilizatoria del mundo helénico. En la profunda interpretación histórica de O. Spengler, en su magnifica obra La Decadencia de Occidente, se muestra que Occidente es la reunión y la lucha permanente entre dos espíritus opuestos de difícil conciliación, el levantino (semita, mágico) y el grecolatino y clásico. Las denominaciones de mágico y clásico corresponden a la nomenclatura spengleriana. Nuestra religiosidad judeocristiana, levantina ha soterrado a esa antigua sensibilidad pagana, pero – como los Titanes que fueron enviados por Zeus al Tártaro – se trata de una dimensión en la que nada muere sino que se sumerge en la latencia, para retornar con más ímpetu. La dirección de las ciencias, del arte y de la filosofía, siempre reconocieron su origen en Grecia. El Renacimiento, es la continuación, en parte, de elementos helénicos y no de judeocristianos. Pero ¿qué pasa con lo sagrado?. Ya el gran estudioso de la religión griega, Walter Otto, uno de los más inspirados interpretes de esta cultura, mostró en su obra Teofanía la falta de comprensión del estilo religioso helénico entre los estudiosos del siglo XIX. Mientras se valora el aspecto racional de los griegos, escribe W: Otto, no ocurre lo mismo con su religiosidad; sin embargo sus dioses nos siguen fascinando.

En este punto, volviendo a la primera observación de M. Eliade, hay que diferenciar la religión de la experiencia de lo sagrado. Observemos que así como ocurre entre algunos pueblos en los que se carece del nombre para decir pájaro, pero existen numerosos nombres para las distintas especies de aves, entre los griegos no hay una, sino varias palabras para decir religión .

Existe por ejemplo la palabra sebas ,que indica temor, veneración, de donde vienen tantos nombres cristianos como Eusebio, y de ahí también la denominación con la que a Sócrates se lo acusa de impiedad, asébeia. La palabra sebas es habitualmente traducida al latín por pietas. También religión en griego se dice eulábeia. Eulabeia es el correlato especifico del término latino religio, que significa originariamente atención, recogimiento,cuidado, precaución . Y esta atención cuidadosa se da respecto de las manifestaciones mismas del kosmos , que es divino. También religión en griego se dice threskeia, como el conjunto de actos rituales, de normas, de especificidad de las prácticas de culto de la colectividad. También, en cierto sentido, la palabra theoría ,de donde deriva teoría , es una palabra del grupo semántico de la religión. La palabra theoria - de la misma raíz de théatron,teatro - tiene como significado básico contemplar, y designa la festividad, el tiempo especial en donde lo sagrado realiza su manifestación. Ya Karl Kerenyi, ha señalado que la noción de theoría como fiesta, resulta esencial para la comprensión de la religiosidad antigua ( se puede ver de Kerényi una reciente reedición de la tradución de La religión antigua en ed. Herder ).

Y en esta dirección es menester señalar que en términos de la visión antigua del mundo lo sagrado inunda muchos aspectos que parecerían profanos al punto de identificarse con la cultura en su conjunto. Por eso más que intentar – en la presente aproximación – dar una definición de lo sagrado, nos importa verificar cómo se presintificó en la aurora de nuestra civilización. El mismo Walter Otto, señala en este punto, algo que es menester considerar para realizar esta distinción entre religión y sagrado:
en todas partes en donde religión y cultura se encuentran todavía con su fuerza original, religión y cultura son en el fondo una misma cosa, la religión no es un valor que se agregue a los bienes culturales, sino más bien, la más profunda revelación en su contenido y esencia ( tomado de Teofanía ).

Esta unión inescindible - subrayada por Otto - entre religión y cultura, entiéndase bien, no es una interpretación filosófica, sino la atestiguación de un echo concreto. En el mundo antiguo, antes de la irrupción del Cristianismo, religión es sinónimo de cultura, pues sólolo desde el Cristianismo se accede a una religión de índole universal, a una religión que trasciende justamente los elementos específicos de una cultura particular.
En segundo lugar, y para profundizar en la especificidad de la sensibilidad religiosa del mundo antiguo, hay que partir de la consabida característica esencial de la religión griega, lo que se denomina religión epifánica. La palabra epifanía viene de la raiz phan que significa manifestarse de donde viene por supuesto fenómeno . Hablar de una religión epifánica significa que los dioses se manifiestan continuamente en el mundo,que el mundo mismo, como cosmos eterno, es una continua epifanía. Esto es, los dioses griegos, todo el conjunto del panteón, no son dioses trascendentes, no son dioses fuera del mundo. Todos los dioses representan aspectos sagrados de éste mundo. Así, Zeus es el cielo, es el padre, es la ley, es la justicia. Hades es la muerte. Afrodita es el sexo. No existe entonces en el mundo helénico la concepción de una divinidad trascendente. Esto, además de estar atestiguado en la religiosidad popular, en la literatura homérica, en el literatura de la tragedia, aparece como un elemento siempre presente en la Weltanschauung lavisión del mundo de los filósofos antiguos. Así se puede citar el fragmento treinta de Heraclito, trasmitido por Clemente de Alejandría, que dice
a este cosmos (...) ninguno de los hombres ni de los dioses lo creó, sino que fue por siempre y es y será fuego siempre vivo que se enciende según medidas y se apaga según medidas

Este fragmento (Fr. 30 de la ordenación más habitual )atestigua específicamente la creencia de que no hay una creación. Es un cosmos no creado, eterno,se niega la poiesis ,la llamada creación ex nihilo . Ni por ninguno de los hombres,ni por ninguno de los dioses. El universo es eterno, pero está sometido a ciclos se enciende según medida y se apaga según medida Por eso, en la misma dirección, Karl Kerenyi, el estudioso relacionado estrechamente con la psicología de la profundidad de Karl C.Jung, entiende que la religión griega es una religión de la positividad del mundo, la religión griega es un canto permanente a que el mundo existe, y que no hay otra cosa más que el mundo. En este sentido, respecto de ciertas afirmaciones acerca de los dioses como elementos sobrenaturales en el mundo antiguo, nos interesa enfatizar que la palabra sobrenatural es incorrecta y anacrónica respecto de los griegos, porque es de creación cristiana. Para los griegos no existe nada, digámoslo así, hyperphýsios, sobrenatural, más allá de la physis . Pero la naturaleza - como traducción de physis abarca todo lo real, y tiene sus misterios. Como dice el mismo Herálito:
la naturaleza - physis - ama ocultarse .
Todo el universo, todo lo que es la physis, es sagrado. No existe la concepción de algo sobrenatural. Hay en todo caso una dirección de la filosofía platónica y aristotélica de trascender los limites de la physis - lo que posteriormente se llamará justamente metafísica -con una elaboración teórica pero esto no forma parte del conglomerado de las creencias de la colectividad antigua de Grecia.
Por esta misma razón hay que decir, como parte de estas mismas características de la religión griega, que coherentemente no se plantea en el mundo antiguo el problema de la fe. Es decir no existe la dimensión de la fe en algo de lo que no se tiene experiencia. No tiene sentido asímismo la pregunta de si alguien cree en Dios. Estamos hablando de la fe en el sentido del testimonio de una afirmación del sujeto más allá de lo que se da en el registro de los sentidos, y no coincide con la esencialidad de una religión epifánica. En el mundo griego no se pregunta si alguien cree en Afrodita o en Hades, simplemente la muerte y el sexo son partes del mundo. Nadie duda de que el sexo existe De este modo, lo que sí se preguntan los griegos, que es el equivalente de creer en Dios , se manifiesta en la expresión toús theoús nomízein,lo que significa considerar a los dioses, tenerlos presentes, venerarlos y respetarlos,vivir en un universo sagrado. El tener presene a los dioses caracteriza a un ser humano que vive en la esfera de lo sagrado. En cambio, nuestra sociedad moderna es - según la expresión de Max Weber - el lugar del que los dioses han huído . Y en relación a famosa acusación contra Sócrates de asébeia, de impiedad dice justamente que no considera a los dioses que la ciudad considera.
Todo el mundo antiguo habla de la presencia efectiva y continua de los dioses. La palabra ateo -del griego atheos - tiene originariamente en el mundo antiguo el sentido de estar desprovisto de dioses, de tal modo que ateo no significa originariamente que uno no cree en los dioses,sino, digámoslo así, que los dioses no creen en uno, que uno está desprovisto de dioses, que no tiene ciudad, que no tiene un lugar de arraigo en el mundo.
En fin, como síntesis de estas consideraciones entendemos que en orden de volver a pensar todo lo que de la sensibilidad religiosa de los griegos puede haber en este mundo contemporáneo, es menester diferenciar tres dimensiones diferentes :en primer lugar el conjunto de normas y observancias propias de una religión organizada , lo que en el mundo musulmán se llama la Sharya ;en segundo lugar, el imaginario cultural o Weltanschauung de una época y sociedad ,como plexo de símbolos, creencias, valores.

Insisto, hay que diferenciar, entiendo, entre las normas y observancias propias de una religión organizada -en la que los griegos actualmente no tienen ninguna influencia -y el imaginario cultural o visión del mundo de una cultura como un plexo de símbolos, creencias y valores. Y en tercer lugar, la necesidad individual de experiencias y las búsquedas de vida que se desarrollan necesariamente en los ámbitos anteriores. Diferenciados estos tres marcos que pueden ser útiles para intentar alguna compresión de lo sagrado en el mundo contemporáneo, entendemos que la experiencia de lo sagrado helénica es activa en los últimos dos marcos, tanto en el imaginario cultural de nuestro mundo occidental como en la necesidad individual de experiencia de vida. Existen algunos textos de los últimos años, como por ejemplo el de Teresa Oñate el Retorno de lo Divino Griego en la Posmodernidad, o el libro de Marc Augé Genio del Paganismo, que retoman algunos elementos del pensamiento helénico, pero no llegan a una comprensión profunda, ni siquiera trabajan directamente con testimonios griegos, sino más bien entre enredos teóricos. Distinto es, por supuesto, cuanto del pensamiento de Nietzsche ha tomado del mundo antiguo en su conjunto. Pues hay en el estilo de la religiosidad occidental diversos modos que podemos especificar con aquellos famosos determinantes de la filosofía de Nietzsche, como lo apolineo y lo dionisiaco, que configuran maneras en que lo sagrado aparece para el hombre de Occidente. Lo sagrado, entendámoslo en el sentido de M. Eliade, como un modo de estar en el mundo, como una manera de valoración que da sentido a nuestros actos cotidianos. En éste sentido lo apolineo como sensibilidad de lo sagrado se desarrolla en diversas manifestaciones artísticas,en la afirmación solar de la belleza de las formas y en la búsqueda heroica de la realización individual. Lo dionisiaco, a su vez, se desarrolla asimismo en las búsquedas de experiencias extáticas, en la percepción de un sentido no racional de la existencia - que nos habla de nuestra pertenencia a un plano que excede lo individual y lo social - . Hay en la experiencia dionisíaca la certeza de una vida que más allá de la sobrevivencia y la autoconservación. En fin una condensación de significado que tiene un estilo especial, particularísimo. Pero hay otro estilo de búsqueda de lo sagrado que es específicamente griego - y que no podemos dejar de mencionar - es aquél que Platón en el Teeteto, denomina homoíosis theo, que podemos traducir por hacerse semejante al dios, hacerse idéntico al dios. Esta forma, de estilo platónico, resulta especialmente operante en toda una dirección de la búsqueda de lo sagrado en Occidente, que se retoma desde el Renacimiento en la figura de Marsilio Ficino, y después sigue viva en toda la búsqueda del esoterismo occidental, en cierta fusión Rosacruciana que asociará la Cábala con el Hermetismo, el Neoplatonismo,toda una dirección que se puede ver presente en el pensamiento del gran poeta Goethe . Ahora bien, en qué medida son legítimas o no estas búsquedas, hasta qué punto no son sino extravíos, es ésta una cuestión que marca el límite de nuestra competencia. No somos quién para juzgar pero sostenemos que más allá de las religiones oficiales, hay una búsqueda de los individuos de experiencias, de la intensidad vital, del sentido de la existencia en el que la vida es lo sagrado, por eso Nietzsche y Hölderlin entre otros, nos hablan de un dios venidero, el dios Dioniso, con el que se celebra la sacralidad del mundo, y nos llaman a seguir creando dioses...el mismo Nietzsche se lamenta en el “Anticristo” del monótono.teísmo judeocristiano.Dice : dos mil años y ningún dios nuevo, qué aburrimiento, un pueblo se celebra a sí mismo y celebra a la vida en sus dioses.

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